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foto: diariocorreo.pe

Murió la Flor ¿Alguien sorprendido?

Publicado: 2017-07-11


ESCRIBE: Horacio Gago Prialé (Presidente de Elis)

La renuncia de Pablo de la Flor confirma la total falta de timonel en este gobierno. No por de la Flor (qué puede decirse de quien nunca gestionó nada en el sector público y más bien atravesó la puerta giratoria sin hacer respingo alguno), sino por la evidente calamidad que significa tener un presidente que no sabe lidiar con dificultades.

PPK sabía que el sector público estaba (y está) impregnado de trampas, donde los funcionarios no firman nada por temor a ser denunciados, y donde el dinero siempre depende de quien formule y ejecute las partidas, o sea los ministerios. Y que no basta con indicar a los ministros “que apoyen al máximo a Pablo”, pues los propios ministros, azuzados por los funcionarios de sus sectores, pugnarán siempre por gastar (ya que de no hacerlo, les reducirán sus presupuestos sectoriales). Resulta que la famosa Autoridad de la Reconstrucción con Cambios no es ni autoridad porque no tiene poderes reales, ni reconstruirá ni cambiará nada porque tampoco tiene recursos ella, sino los ministerios. Ni siquiera la PCM los tiene pues el dinero público tampoco se encuentra ahí, sino, otra vez, en los ministerios. Un sistema así, al que muy probablemente PPK hizo mucho para fabricarlo, no está preparado para lidiar ni con Niños costeros ni Panamericanos ni terremotos. No sirve.

Las reformas de primera generación que hizo el gobierno de Fujimori sirvieron para reinsertar al país en el mapa mundial financiero (del cual había sido expelido por la irresponsable administración García) y preparar al Estado para cumplir el papel de buen pagador de la deuda externa. Resultaron buenas en ello. Hoy el Perú tiene un alto grado de inversión según las clasificadoras. Eso significa que el Estado se preparó para no gastar. El despilfarro de los tiempos de Belaunde, Velasco y García, fue sustituido por la responsabilidad en el pago de los compromisos internacionales. Pero no hubo reformas adicionales. Lamentablemente apenas empezaron las de formalización (titulación masiva), arrojando resultados impresionantes los primeros años, fueron abortadas por los presidentes Paniagua y Toledo, quienes nunca entendieron a Adam Smith (el colmo en el caso de un economista como se hacía llamar Toledo) sobre el papel de los derechos de propiedad. Sin propiedad no hay mercado. Sin mercado no hay sociedad. Sin sociedad no hay Estado. Es esencial. Por muy antipático que pueda parecer a algunos Hernando de Soto, no dejó, sin embargo, de tener razón: la propiedad es la base de todo y la economía se basa en ella. La claridad sobre lo que es tuyo, mío, de todos y del Estado, es esencial. Sin esa claridad todo es anomia. Ni siquiera caos sino anomia, es decir ausencia de derecho y orden.

Los economistas que nos gobiernan (el propio PPK, la Premier Araoz, el asesor Zavala, Claudia Cooper del MEF) y en general muchos de los gestores políticos de profesión económica formados en la Universidad del Pacífico, no pueden subestimar la enorme importancia del sistema jurídico. Ser economista puede sonar muy práctico y concreto, pero no debe significar la negación del Derecho. El Derecho es esencial, la base de todo, y bien que sea así. De la Flor nunca se enteró de esto.


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